En los últimos 100 años ha desaparecido el 70% del agua dulce

Sólo el 2.5% del agua total del planeta es dulce y se ve amenazada por el avance de la actividad humana sobre los ecosistemas que la proveen. Desde la ONU, impulsan acciones para revertir la situación  

 

Glaciares, lagos, ríos, humedales, arroyos y acuíferos. Todos ellos son fuentes de agua dulce esenciales para el desarrollo de la vida humana. Estos ecosistemas, también conocidos como masas de agua continentales o ecosistemas de agua terrestres, proporcionan el agua que bebemos y la que se requiere para nuestra alimentación, la industria y la producción de energía.

Además de sus usos productivos, los cuerpos de agua dulce también son hábitats esenciales para la biodiversidad. Sin embargo, su presencia es minoritaria a nivel mundial. Aunque el 70% de la superficie del planeta está cubierta por agua, sólo el 2.5% es dulce y el 97.5% restante es salada.

«Por su papel esencial en la sociedad y sus usos múltiples, los ecosistemas de agua dulce son tan importantes como escasos. Lamentablemente, también están bajo una amenaza desproporcionada porque son los más afectados por el impacto de la actividad humana, el cambio climático y otros factores», dice Lis Mullin Bernhardt, representante del área de Medio Ambiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y experta en ecosistemas de agua dulce.

En los últimos 40 años, las poblaciones de especies de agua dulce han disminuido en 81%, más del doble que las tasas observadas en las especies terrestres y oceánicas. Al mismo tiempo, se estima que desde 1900 alrededor de 70% de las masas de agua continentales (como también se las denomina) han desaparecido, y que incluso en algunas regiones, como Asia, el número es aún mayor. Los humedales continentales, como sabemos, se están desvaneciendo a un ritmo más rápido que los costeros.

De acuerdo al nuevo informe de la ONU sobre los avances en agua potable, saneamiento e higiene, casi 30 % de la población carece aún de agua segura para beber, mientras que más de 60% vive sin un saneamiento adecuado.

En la actualidad, las fuentes de agua se han convertido en grandes receptoras de nuestros propios desechos. Se estima que a nivel mundial el 80% de las aguas residuales – es decir, las usadas, domésticas, urbanas y los residuos líquidos industriales o mineros eliminados– se vierten directamente en espacios de agua dulce, lo que provoca graves impactos en los ecosistemas y la salud humana.

Un problema urgente

Los efectos causados por la pérdida de los ecosistemas de agua dulce son una realidad que muchos países conocen bien. Webster Chiyangwa, de la Embajada de la República de Zimbabwe ante ONU Medio Ambiente, ha sido durante mucho tiempo un apasionado defensor de los esfuerzos para proteger y restaurar importantes ecosistemas de agua dulce, como los de su país.

«En Zimbabwe estamos siendo testigos del desequilibrio entre el desarrollo de la infraestructura y la protección de los ecosistemas, por ejemplo, cuando se drenan los humedales esenciales para crear edificios residenciales o centros comerciales», explica.

Con el objetivo de revertir esta situación, los Estados Miembros de la ONU han decidido comprometerse y desarrollaron un plan. “Estrategia sobre el agua dulce 2017-2021”, es un programa impulsado durante la Asamblea para el Medio Ambiente, a fin de tomar medidas para controlar, proteger y restaurar los ecosistemas relacionados con el agua dulce.

“El Marco sirve como guía para que los países monitoreen, protejan y restablezcan sus ecosistemas clave relacionados con el agua”, afirma Joakim Harlin, director de la Unidad de Agua Dulce de ONU Medio Ambiente.

Según el especialista, “está claro que estos cuerpos de agua están bajo amenaza directa del desarrollo, y que la situación se agrava aún más por los cambios en el uso de la tierra y el cambio climático. Las masas de agua dulce se encuentran principalmente dentro de las fronteras de los países y, por lo tanto, dentro de su mandato y capacidad de protegerlas para usos sostenibles como el consumo humano, el riego, el turismo, la pesca, el baño o la industria”.

Mediante el Sistema Mundial de Vigilancia del Medio Ambiente sobre Agua (GEMS/Water), ONU Medio Ambiente presta apoyo a los países para evaluar la calidad del agua. Entre sus acciones, facilita el desarrollo de capacidades y publica análisis de datos sobre calidad del agua para apoyar evaluaciones científicas y la toma de decisiones. Los datos de monitoreo de la calidad de las aguas superficiales y subterráneas se comparten a través del sistema de información GEMStat, que alberga el Instituto Federal de Hidrología de Coblenza, Alemania.

«Simplemente no tenemos suficientes datos para que la mayoría de los países tomen decisiones informadas sobre el alcance, el impacto y las fuentes de contaminación de agua dulce. Nuestras estimaciones muestran que hasta un tercio de los ríos en los países en desarrollo sufren de una grave contaminación patógena, a menudo relacionada con la falta de acceso al saneamiento y el tratamiento seguros, y con la propagación de enfermedades transmitidas por el agua. Pero se necesita mucha más información aún», señala Hartwig Kremer, director del GEMS/Water.

Kremer también apunta a evaluaciones recientes (Una instantánea de la calidad del agua en el mundo, ONU Medio Ambiente 2016) que muestran que la mayoría de los cuerpos de agua terrestres se encuentran en condiciones razonables, y subraya la importancia de que las tecnologías novedosas sean empleadas para detectar, proteger y restaurar cuerpos de agua afectados y mantener a aquellos que están en buenas condiciones.

Fuente: Foro Ambiental