Los antibióticos que se usan en feedlots terminan en la Cuenca del Plata
Investigadores de la UNLP detectaron una presencia alarmante de restos de monensina y salinomicina en la quinta cuenca más grande del mundo, que atraviesa las zonas rurales de nuestro país.
En detrimento del criado vacuno con pasturas, desde hace década en Argentina cada vez más animales son encerrados en pequeños corrales y sometidos a dietas estrictas para que engorden en el menor tiempo posible. Este cuestionado sistema ganadero, más conocido como feedlot, también se implementa a través de grandes dosis de antibióticos, cuyos restos son los que llegan a la Cuenca del Plata.
Ese es el hallazgo que ha realizado el Centro de Investigación del Medioambiente (CIMA), dependiente de la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP y del CONICET. Es la primera vez que se documenta en la región ese tipo de contaminación, hasta hoy detectada en numerosos ríos y otros cursos de agua del mundo, como el Támesis y el Danubio. Según los científicos a cargo del trabajo, esta presencia es sistemática y va en aumento.
El impacto internacional del trabajo científico quedó demostrado días atrás, cuando fue publicado en Environmet International, una de las revistas más prestigiosas del mundo en materia de ciencia y medioambiente, a la cual no llegaban “aportes argentinos desde la década de los 90”, indicaron los autores del estudio Damián Marino, Lucas Alonso, Pablo Demetrio y Alberto Capparelli.
El impacto obedece a que la Cuenca del Plata está entre las cinco más extensas del mundo. Esto significa que se encuentra muy expuesta a la concentración creciente de los antibióticos de feedlot. “Si bien aún no están claros los perjuicios que conlleva la presencia de estos contaminantes para la salud humana, porque no hay estudios categóricos sobre la cuestión, lo que es seguro es que no son inocuos, pues presentan rangos de concentración similares a los de los pesticidas”, advierte Alonso.
Los especialistas coinciden que los resultados son tan contundentes como preocupantes. “La monensina y la salinomicina, medicamentos usados sobre todo para prevenir enfermedades en bovinos y pollos criados en condiciones de hacinamiento, fueron detectados en 26 de los 45 ríos y arroyos estudiados”, explicó Marino. Según el estudio, estos contaminantes llegan al agua por medio de las heces de las vacas y aves de corral.
Los corrales de feed lot han mejorado la rentabilidad de la industria del ganado pero a costa del medio ambiente y la estabilidad de las especies comercializadas. Esta práctica, que ha crecido exponencialmente desde la década de los 90’s, ha llevado a la ganadería a aumentar sus desechos y posicionarse como uno de los grandes focos de contaminación en la actualidad, además de ser cuestionada por sus drásticas metodológicas sobre los animales.
“Los animales incorporan el alimento con antibióticos, lo necesiten o no. Después, en las excretas puede aparecer hasta el 90 por ciento de la dosis. Es decir, el porcentaje que el animal no necesitaba y, por lo tanto, eliminó. La ecuación es simple. El antibiótico eliminado queda presente en el ambiente, en el abono de industrias hortícolas, y en el agua de los ríos de la Región”, subraya Demetrio.
Sin control ni legislación
Los medicamentos se suministran a los animales, de acuerdo con los investigadores, “para promover su crecimiento y prevenir la coccidiosis, la enfermedad más prevalente en granjas avícolas, donde las condiciones de hacinamiento, con una densidad promedio de más de 20 animales por metro cuadrado, facilitan la propagación de la patología”.
En ese sentido, Marino aporta un dato más que preocupante. “No existen niveles guía de concentración de antibióticos legislados para estos contaminantes en agua, lo cual hace mucho más complejo que se piensen e instrumenten políticas públicas al respecto”. En un feedlot, por ejemplo, un ternero de 180 kilos puede llegar a pesar 300 o 400 en 100 días aproximadamente. Este proceso genera miles de toneladas de estiércol con grandes concentraciones de antibióticos pero también nutrientes, sales, y compuestos orgánicos, entre otras sustancias contaminantes.
Por eso Capparelli hace hincapié en el carácter inédito del estudio. “Hasta hoy, la mayoría de las actividades de monitoreo ambiental sobre los antibióticos en ríos se llevaron a cabo en Canadá y en Europa, de manera tal que la investigación platense en la cuenca del Plata es sumamente significativa para América Latina, pues en el subcontinente predominan las economías agrícola–ganaderas”.
Fuente:
– Foro Ambiental
– El Día
– Conicet