Las huertas orgánicas crecen en las ciudades de la mano de la hidroponía y el diseño high–tech

Históricamente, la construcción de huertas resultó un drama en casi toda gran urbe. Poco sol, mucho cemento, espacios acotados, rutinas agotadoras son algunas de las condiciones que conspiran en contra. Sin embargo, el aumento de la consciencia ambiental y la mayor demanda de alimentos sanos y libres de agrotóxicos han llevado al desarrollo de nuevas técnicas para posibilitar que los habitantes de las ciudades tengan su producción orgánica. 

En ese sentido, cada vez más personas apelan a la tecnología, una verdadera aliada a la hora de mantener la huerta propia en condiciones siempre y cuando no dañe el espacio natural. Desde el sistema hidropónico (de riego automático que no necesita tierra) hasta diseños high–tech con dispositivos inteligentes que mandan alertas al celular, apps que brindan información sobre el cuidado de las plantas y luces led para reemplazar la luz solar.

Uno de los dispositivos preferidos por los amantes de la tecnología y de las plantas es SmartCultiva, un desarrollo de dos argentinos que exportan sus productos a todo el mundo. Se trata de una «bandeja inteligente» indoor con sensores que permiten tener hasta seis cultivos hidropónicos distintos. 

«Desarrollamos distintos sensores que te permiten controlar la huerta desde una app en el celular. Miden temperatura, nivel de humedad y cuando algo está mal salta una alarma al teléfono», explica Martín Bueno, uno de los desarrolladores. La bandeja también cuenta con luz led que se configura desde la app y permite generar distintos los niveles de intensidad.

De perfil emprendedor, Bueno, de 50 años, se dedicó casi toda su vida a la tecnología: cuenta que fue uno de los precursores de Internet en el país y creó el primer portal argentino Fiera.com, en 1998. Después de venderlo se dedicó a desarrollar una empresa de delivery de comidas por Internet (una especie de antecesora de las que hoy se ven por la ciudad) hasta que hace unos años se interesó en el agro y empezó a desarrollar dispositivos inteligentes para el cultivo. El principal foco de SmartCultiva está en los grandes campos, pero sin descuidar los hogares.

«La bandeja inteligente te permite hacer un cultivo sofisticado sin ocuparte mucho de él.  Hoy más que nada la gente quiere estar tranquila con lo que consume. Por eso mismo lo orgánico y cultivar en casa se volvió una necesidad. Recuperar el sabor de las cosas también es otra de las búsquedas. Una lechuga, un tomate cultivado en casa es distinto a uno que se compra por ahí», asegura Bueno, que hasta tiene robots que trabajan en campos y asegura que la mismísima Nasa se interesó por sus sensores. «Estuvimos trabajando con ellos el año pasado para el sistema de cultivos que quieren llevar a Marte».

En cuanto a la hidroponía, Bueno sostiene que es un sistema que permite un crecimiento más rápido sin usar tierra ni consumir agua. «No tenés que estar tan encima, es más fácil porque la bandeja te lo monitorea y te avisa. La tecnología aporta una parte importante para ayudar a quien no tiene tiempo para ocuparse».

Practicidad ante todo

Eso mismo es lo que destaca Gisela Schiaffino, arquitecta y creadora, junto con su pareja, de Huertín, un kit de huertas hidropónicas indoor para plantas aromáticas (albahaca, rúcula, cilantro, perejil, orégano y menta). «La idea es que la gente de entre 25 y 45 años pueda consumir lo que cultiva. Huertín empezó como una solución para ese rango de gente que trabaja todo el día y le falta espacio para tener una huerta en su casa.

«La mayoría de las huertas ocupaban espacio y demandaban cuidados que una persona que trabaja gran parte del día no puede hacer. Hay conocimientos básicos y hay que invertir tiempo. Tener una huerta demanda trabajo… Partiendo de ahí empezamos a buscar soluciones», cuenta Gisela. 

Ella misma sintió la necesidad de resolver el problema cuando se mudó sola a un monoambiente y no tenía espacio para tener plantas. «Entre la facultad y el trabajo no podía -recuerda-. Empecé a ver y todas las huertas eran cajones grandes, para espacios amplios y externos. Entonces me puse a investigar y llegué a la hidroponía, que es un sistema que tiene una bomba y un tanque que lo que hace es recircular el agua. A ese agua se le agregan nutrientes para que las plantas crezcan. Nos interesó y lo hicimos a una pequeña escala».

Hizo el primer kit, la semilla germinó y los amigos que iban a su casa empezaron a pedirle uno para ellos. Al ver tanto interés decidió hacer 50 y prometió que si lograba venderlos, iba a dedicarse de lleno a ese emprendimiento. «Los vendimos a la semana. Eso fue hace 4 años y hoy tenemos 100 puntos de venta».

Para Gisela la hidroponía no solo es sinónimo de practicidad, sino también de cultivos sustentables: «El autoriego quita la dependencia, te olvidás del cuidado; mientras esté cerca de una ventana al sol, la planta se cuida sola. Y al no tener tierra, es limpia, te permite tenerla dentro de casa porque además decora de una forma muy linda los ambientes. El agua se renueva cada tres semanas que es el tiempo que tarda en bajar el nivel».

El kit trae un frasco de vidrio, semillas y nutrientes para todo un año, que es el tiempo de vida promedio de las aromáticas. «Es muy simple de armar y cultivar. Y podés ir viendo la evolución. El tiempo de desarrollo depende de cada planta. A los pocos días la rúcula te germina y en tres meses la podés cosechar y usar en la ensalada. La menta demora más».

Fuentes: 

– La Nación / Laura Reina