La mitad de niños, niñas y adolescentes de Argentina está expuesta a focos contaminantes y déficits sanitarios

Un informe de la UCA afirma que sufren la presencia de fábricas, basurales, quema de basura, plagas y/o falta de servicios básicos. Los más pobres son los que peor la pasan. 

En Riachuelo es el paradigma del desastre socioambiental. Sin embargo, no es el único donde vivir a pocos metros de basurales a cielo abierto o de alguna fábrica, no tener baño adentro de la casa, estar expuestos a plagas o no contar con cloacas o suministros de agua potable es una realidad barrial es una realidad. Según un nuevo documento del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina (UCA), el 50,6% los chicos de la Argentina están expuestos al menos a algún tipo de contaminación o falta de servicios básicos.

“Los números reflejan muchísimas disparidades y situaciones que invisibilizan las corresponsabilidades; acá hay datos para interpelar a un montón de sectores públicos, desde vivienda, salud, medioambiente, seguridad, etcétera, y además hay ciudades con problemáticas muy específicas. Se trata de ir desagregando los datos para direccionar políticas”, afirma Ianina Tuñón, coordinadora de la investigación.

El rol de la desigualdad también juega un rol clave: los chicos más pobres son los más afectados a estos problemas.

El trabajo se realizó en el tercer trimestre de 2017 y 2018 en CABA, Conurbano Bonaerense, Gran Rosario, Gran Córdoba, Gran Tucumán y Gran Mendoza, además de otras ciudades y áreas como Mar Del Plata, Comodoro Rivadavia, Gran Salta, Gran Paraná, Gran Resistencia, entre otras. Se trata de casi 11.000 casos con el fin de relevar pormenorizadamente los déficits en el hábitat y el espacio de la vida de niños, niñas y adolescentes, de 0 a 17 años, en los principales aglomerados urbanos del país.

“Se vieron aspectos en clave de desigualdad social, relacionados con el medio ambiente en general, el acceso al agua de red, cloacas y gas natural; y también recursos de la vivienda, como el mundo privado en el que viven las familias y los niños, vinculados a aspectos estructurales como servicios sanitarios. Porque una cosa es que la red de agua o la cloaca llegue al barrio, y otra que ingrese a la vivienda”, agrega Tuñón. 

Se contemplaron, además, cuestiones «menos visibilizadas del espacio de hábitat, como los lugares donde puedan estudiar los chicos o la tenencia de la vivienda y el miedo a perderla, que sin dudas tiene algún tipo de efecto». En ese sentido, el informe «Derecho a un hábitat digno en la infancia», detalla la importancia que tiene el espacio primario de crianza «en el que se sostiene y desarrolla la vida» y lo enmarca en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 de la ONU, que incluyen al medio ambiente, la seguridad, el acceso vivienda y servicios, entre otros derechos. Y recalca que nuestro país consagra esos derechos tanto a través del artículo 14 bis como de la ley de Protección integral de los derechos de las niñas, niños y adolescentes.

Dentro del 50,6% de afectados que destacó el estudio, hay una gran variación según el estrato económico-ocupacional: mientras los chicos más pobres se ven afectados en el 61% de los casos, los que viven en familias de estrato medio profesional no llegan al 18%. «Estas brechas son las que se revelan como muy persistentes a lo largo de los años», aclara Tuñón. Las plagas, como roedores e insectos, afectan al 35,5% de los chicos; le siguen muy parejo los basurales y las quemas, alrededor de un 28%, y las fábricas contaminantes con un 10,4%.

El corte por zona es también muy dispar: «La proximidad a áreas contaminantes está mucho más focalizada en ciertas infancias. Hay zonas geográficas en las que se pueden detectar situaciones de mucha problemática, que están coartando el estilo de vida de muchos chicos». En el Gran Tucumán casi ocho de cada 10 niños, niñas y adolescentes están en riesgo (75,9%); en el conurbano bonaerense ronda el 50%, siendo la zona oeste la más afectada: 58,5%; Gran Córdoba también se acerca al 60% y, CABA, representa un 34,4% .

Tuñón  dice que “el tema de las industrias es grave y su abordaje complejo, tanto a nivel gubernamental como social». «La gente lo tiene más presente en las zonas donde hubo un impacto en la salud, como el Riachuelo”. Desde las políticas de Estado, “habría que sacar a las empresas, no a la gente, y encarar todo de un modo muy integral. Las personas están muy vinculadas a sus lugares, la salud no es lo primero que atienden porque antes tienen que sobrevivir». De todas formas, aclara, el tema medioambiental está muy presente en la agenda de los organismos internacionales y eso siempre tiene incidencia en lo local.

En cuanto al acceso a servicios básicos como agua de red, calidad del servicio de la red de agua, cloacas y gas natural, el déficit más importante lo marca este último: casi cinco de cada 10 chicos viven en hogares donde no hay conexión a la red de gas. «El acceso al gas natural es una deuda muy significativa, concentrada en los estratos bajos y medios bajos. En la zona norte del gran Buenos Aires el déficit alcanza el 62,2%».

En cuanto al acceso a la red de cloacas, el déficit es de 43,3%. Y en materia de acceso al agua corriente, el problema tiene matices: si bien menos de dos chicos de cada 10 no tiene conexión, dentro de esta última variable hay déficits en relación a la baja calidad del servicio de red de agua (42,6%). La especialista remarca que en este punto «la brecha en términos de desigualdad también es muy importante». Y agrega: «En las villas tenés acceso pero no sale el agua de las canillas o se corta en verano. Y en otros sitios hay muchos hogares que dependen aún del agua de pozo. A nivel de aglomerado, GBA Norte de nuevo muestra cifras muy significativas».

Tuñón señala que si bien en materia de agua y cloacas los avances en el acceso a dicha infraestructura son sostenidos y estables en el tiempo, el hecho de que todavía no alcancen a todas las infancias implica «problemas de salud que se presentan de forma reiterada, desde edades tempranas, y obstaculizan procesos de desarrollo; los chicos faltan a la escuela e incluso la hidratación se relaciona con una correcta absorción de los nutrientes».

Otros aspectos que hacen a la investigación son los de inseguridad ciudadana, como la vigilancia policial y la percepción de inseguridad en el barrio, calle, ciudad o casa; en el aglomerado urbano de Tucumán, cuatro de cada 10 niños se sienten inseguros en su hogar. En cuanto a servicios barriales, definidos por la cercanía de cajeros automáticos, plazas, clubes, centros de salud y transporte público, 35,5% de los chicos tienen déficit de tres o más de estas variables; por zona, el oeste del conurbano es el más afectado.

Y uno de cada dos carecen de al menos uno de los servicios públicos como alumbrado, recolección de basura, pavimento, vereda y desagüe, mostrando brechas importantes según estrato socioeconómico, cifras muy similares a las que se registran en cuanto a infraestructura de vivienda. De las variables que hacen a esta última dimensión, definidas por si hay cocina, heladera, calefacción, retrete, descarga mecánica, etcétera, en el hogar; así como por la calidad de la vivienda, la tenencia de la vivienda (informal o precaria) y el temor a perder la vivienda, éste último (el miedo a quedarse sin casa) es el único índice significativamente alto entre los niños, niñas y adolescentes de CABA (14,2%).

Fuentes: 

– La Nación 

– UCA

– Foro Ambiental