Evalúan reconvertir la planta de agua pesada de Neuquén para que produzca fertilizantes

El subsecretario de Energía Nuclear de la Nación reconoció que estudian reflotar un viejo proyecto para que la Planta Industrial de Agua Pesada, destinada a la industria nuclear y parada desde mayo pasado, pase a producir urea.

 

Desde hace casi un año que la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) de la localidad neuquina de Arroyito dejó de funcionar por “una parada técnica”. A pesar de que se había prometido que arrancaría en agosto pasado, los recortes presupuestarios y la falta de avances de los contratos con China para iniciar Atucha III dejaron las obras en el olvido, por lo que el Gobierno Nacional ya piensa en darle un uso diferente.
De acuerdo al subsecretario de Energía Nuclear, Julián Gadano, con el objetivo de prolongar su vida útil, “se está evaluando reflotar un viejo proyecto para que la planta tenga una actividad dual y también produzca fertilizantes agrícolas”.
¿Cómo funcionaría? A través de un proceso catalítico se obtiene dióxido de carbono e hidrógeno. Este último se mezcla con nitrógeno y se obtiene el amoníaco que luego se mezcla con el dióxido de carbono para obtener urea, la cual se destina a la producción agrícola de cereales.
En la actualidad, PIAP es controlada por la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI), una sociedad entre la provincia de Neuquén (51 por ciento) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (49 por ciento). Allí se produce el agua pesada que modera y refrigera la reacción nuclear en centrales atómicas que utilizan uranio natural.
El jefe de gabinete Marcos Peña aseguró, semanas atrás, que “no es cierto que el Estado Nacional haya desistido de hacer aportes, ya que a través de la Comisión Nacional de Energía Atómica está tramitando los fondos para que la planta afronte sus gastos hasta que Nucleoeléctrica vuelva a comprar (agua pesada), lo que se estima ocurrirá durante el primer semestre 2018”. Sin embargo, el dinero apareció por goteo y todavía no habían llegado las partidas para pagar los próximos sueldos.
La empresa produjo el año pasado un stock de 23 toneladas de agua pesada que se los podría vender a la estatal Nucleoeléctrica, la firma encargada de operar las tres centrales nucleares que hoy tiene el país, y así salir de esta delicada situación al menos por unos meses. El problema es que hoy Nucleoeléctrica no cuenta con recursos suficientes para pagar esa producción porque también le recortaron los fondos y tuvo sus tarifas congeladas hasta comienzos de marzo.

Antecedentes

El proyecto, que ahora plantea el Gobierno Nacional, no es nuevo. Los antecedentes se remontan hasta 1966, cuando la propia administración de Neuquén propuso industrializar el gas a través de una planta de fertilizantes. Por entonces, la provincia impulsó un convenio con YPF para llevar adelante el plan. Sin embargo, el golpe de Estado que derrocó al presidente Arturo Illia lo frustró.
A fines de la década del 70, la iniciativa se reflotó de la mano del descubrimiento del megayacimiento gasífero Loma La Lata, pero fue recién en 1983 que se constituyó una sociedad entre YPF y Neuquén para establecer una fábrica de fertilizantes nitrogenados que se denominó Fertineu, ubicada al borde de la Ruta N° 22.
El entonces presidente Raúl Alfonsín, incluso, llegó a respaldar el proyecto durante una visita al municipio de Neuquén. Pero, como en la ocasión anterior, el proyecto no se concretó.
El último intento concreto se dio en la década del 90 e incluía a la planta PIAP. Era una manera de aprovechar las dos líneas de producción de amoniaco, de 80 toneladas por hora cada una, y los compresores centrífugos de alta presión con los que cuenta la planta.
Incluso se iniciaron conversaciones con la canadiense Cominco Fertilizers, quien se había mostrado interesada en invertir, pero como el entonces gobernador neuquino Jorge Sobisch propuso instalar la planta en Cutral Có, para solucionar el problema social que habían provocado los despidos de YPF, la compañía desistió la oferta y finalmente instaló Profertil cerca del puerto de Bahía Blanca.
Aun así, la demanda de fertilizantes siguió creciendo y el proyecto de una planta en Neuquén continuó en carpeta. En diciembre de 2010, cuando la construcción de Atucha II estaba cerca de finalizar, ENSI le encargó un estudio de factibilidad a la danesa Haldor Topsøe, líder mundial en catalizadores para la producción de urea, para comenzar a producir fertilizantes. Tres años después, el resultado arrojó que montar una planta de estas características separada de PIAP tendría un costo de 680 millones de euros, mientras que si se la integraba a PIAP ese valor se reducía a 525 millones. Es decir, un 25 por ciento menos.

¿El fin de PIAP?

Ese estudio de Haldor Topsøe es el que, ahora, el Gobierno quiere reflotar para avanzar con el plan de producción de fertilizantes, aprovechando también la creciente producción de gas que se prevé que aporte Vaca Muerta. Aunque en un principio se anunció bajo la promesa de una continuidad, Gadano dejó trascender que la producción de agua pesada ya tiene los días contados.
“Cuando se termine de proveer lo que necesita Nucleoeléctrica, se acabó PIAP porque no hay más demanda”, aseguró el subsecretario de Energía Nuclear, que mencionó que sólo le resta producir para Atucha III, aún en construcción, y luego su vida útil terminaría.
Cabe destacar que la quinta central nuclear será de uranio enriquecido y usará agua liviana. De acuerdo a Gadano, para que la planta pueda sumar los fertilizantes a su producción necesita “una inversión fuerte en el primer proceso, que es el de mezcla por calor”.

Fuente: Foro Ambiental