Europa aprueba el uso de glifosato por cinco años. ¿Victoria del agronegocio?

Ni la degradación de los suelos, ni la pérdida de biodiversidad, ni los casos de enfermedades, ni las advertencias de estudios científicos independientes, ni las demandas del Parlamento, ni las firmas de más de 1,3 millones de personas pudieron hacer que la Unión Europea prohíba el glifosato. Con dieciocho votos a favor y nueve en contra, los países miembro, renovaron por cinco años más la licencia del herbicida y le dieron una nueva oportunidad al agronegocio.

 

Más allá de no poder concretar lo que hubiera sido una decisión histórica, algunas ONGs coinciden en que hay algunos aspectos a destacar. En primer lugar, la propuesta inicial de la Comisión Europea era para renovar la autorización por 15 años más. Es decir que, más allá de la aprobación, la nueva extensión concedió sólo un tercio del tiempo pretendido originalmente.

“Esto significa que al menos dentro de cinco años, y no quince, el glifosato tiene que pasar por una nueva evaluación de riesgo. Ojalá que en este tiempo se mejore exponencialmente la evaluación de riesgo de las sustancias químicas como el glifosato y que solo se base en informes independientes y públicos”, afirmó Greenpeace en un comunicado.

En segundo lugar, la decisión de la Unión Europea ha generado un empoderamiento de los países que no apoyaban la propuesta de la Comisión y que ponen por delante la salud pública y el medio ambiente y no los intereses de las grandes corporaciones. Dos ejemplos claros son el de Francia, que ya anunció que prohibirá totalmente el glifosato como mucho en tres años, y el de Italia, que ha afirmado que en 2020 no se utilizará nada de glifosato en el país.

En esa misma línea, el director general de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), José Graziano da Silva, destacó que existe un “nuevo paradigma” para la agricultura y la alimentación y que no es el de un modelo de “uso intensivo de insumos”, como el que se alimenta del glifosato, otros plaguicidas químicos y fertilizantes sintéticos, sino “intensivo en conocimiento”.

Además, da Silva afirmó que la producción alimentaria ha aumentado en las últimas décadas, “pero con un elevado coste para el medio ambiente, generando deforestación, escasez de agua, agotamiento del suelo y altos niveles de emisiones de gases de efecto invernadero” y subrayó que, desde ahora, “alimentar a la población debe ir de la mano con cuidar del planeta”.

“Esperemos que estos cinco años sirvan para construir la tan necesaria y urgente transición hacia un modelo que se fundamenta en la agroecología. Seguiremos trabajando activamente en la construcción de un futuro mejor”, analizaron desde Greenpeace.

Fuente: Foro Ambiental