Estados Unidos inicia su retiro oficial del Acuerdo de París y la crisis climática se agudiza

La principal potencia económica y uno de los países más contaminantes del mundo comenzó a despedirse de manera oficial del pacto climático, socavando la efectividad de sus metas y agudizando la crisis climática.

 

Al final, las palabras se tradujeron en hechos. Tras diversos anticipos de su presidente Donald Trump, Estados Unidos, el mayor emisor de gases de efecto invernadero del planeta junto a China, ha comenzado los trámites formales para abandonar el Acuerdo de París, el pacto vinculante más importante que los Estados a nivel mundial tienen para enfrentar el colapso climático. La noticia no podría llegar en un contexto más delicado: el 80% de los firmantes hoy está lejos de cumplir con los objetivos asumidos. 

“Estados Unidos comenzó el proceso para retirarse del Acuerdo de París. Según los términos del acuerdo, Estados Unidos presentó una notificación formal de su retiro a las Naciones Unidas. El retiro entrará en efecto un año después de la entrega de la notificación”, dio a conocer el secretario de Estado, Mike Pompeo, a través de un breve comunicado.

En 2018, Estados Unidos tuvo su pico más alto de emisiones de CO2 desde 2010.

El pasado 1 de junio de 2017, Trump había anunciado que Washington se retiraría de la resolución contra el cambio climático. Sin embargo, el pedido no pudo formalizarse hasta recién por cuestiones contractuales, ya el acuerdo, adoptado en 2015 durante la COP –21 de París, prevé que cualquier país que haya ratificado el acuerdo, como en el caso de Estados Unidos, solamente podía solicitar su salida tres años después de su entrada en vigor.

Que el Acuerdo de París se quede sin la mayor potencia económica del mundo (y una de las dos más contaminantes) complica sus expectativas, cuya principal meta es que el aumento medio de las temperaturas no supere los 2 grados respecto a los niveles preindustriales y, si es posible, se quede en 1,5 grados. A esto se suma la insuficiencia de las acciones adoptadas hasta ahora por parte de los países. Durante la última Cumbre del Clima de Nueva York, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, remarcó esta cuestión y pidió más “planes concretos y realistas”.    

Estado Unidos quedará formalmente desvinculado del Acuerdo un día después de las Elecciones Nacionales.

Robert Watson, el ex presidente del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), suscribe a este posicionamiento. “Los compromisos de los países para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el marco del Acuerdo de París son claramente insuficientes para mitigar la crisis climática. De los 184 países que han presentado planes de recorte de emisiones hasta ahora, solo el 20% de los países se encuentra en la senda para cumplir con los objetivos”. 

En su reciente informe “The Truth Behind Climate Pledges” (La verdad tras las promesas del Clima), difundida por la organización no gubernamental Universal Ecological Fund, el especialista asegura que los compromisos internacionales son “demasiado escasos y llegan demasiado tarde”. “Incluso si todos los compromisos climáticos, que son voluntarios, se llegaran a aplicar plenamente, no se alcanzaría ni la mitad del esfuerzo que se necesita para frenar la aceleración de la crisis climática”.

“Salvo excepciones, las promesas tanto de los países más ricos como de los más pobres son claramente insuficientes para frenar la crisis climática”, afirmó el ex titular del IPCC.

El grupo del 20% de países cumplidores está dominado por el bloque de la Unión Europea. A los 28 se añaden Islandia, Liechtenstein, Mónaco, Noruega, Suiza, Ucrania y la República de Moldavia. Todos ellos, según este análisis auspiciado por la organización Fundación Ecológica Universal (FEU), tienen planes de recorte que fijan reducciones para 2030 de sus gases de efecto invernadero de al menos un 40% respecto a los niveles de 1990.

La conducción actual del IPCC sostiene que “algunos de los impactos devastadores ya son irreversibles”. Pese a que afirma que “el mundo puede ser sanado”, cada vez más miembros de la comunidad científica sostienen que “podría estar fatalmente herido de negligencia en el año 2020”. Para evitar que el aumento en la temperatura del planeta supere los límites pautados, será necesario reducir las emisiones globales de dióxido de carbono en un 45% para 2030, según el grupo de investigadores de la ONU, en su informe de octubre del año pasado.

El propio Acuerdo de París establece un calendario de revisión al alza de los planes nacionales de recorte de emisiones. En 2020 se producirá la primera revisión y hay unos 70 países que sostienen que presentarán nuevas contribuciones, aunque ni India, ni China, ni Rusia están aún dentro de ese bloque. La cumbre del clima que se celebrará en diciembre en Madrid debe servir para lograr el compromiso de más Estados a aumentar su ambición contra el calentamiento global.

La puerta de salida

Una vez presentada formalmente la petición, para que la salida de Estados Unidos del pacto sea efectiva, tiene que pasar otro año. Esto significa que el país se desvinculará formalmente el 4 de noviembre de 2020, un día después de que se celebren las próximas Elecciones Nacionales. Al respecto, John Kerry, que era el secretario de Estado cuando se pactó el Acuerdo de París en 2015, señaló hoy en un artículo de opinión en el diario The Washington Post que la retirada formal del pacto significa “un día negro para Estados Unidos”.

«El presidente Trump dio el paso que prometió en 2017 para retirar oficialmente a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático, que todos los demás países de la Tierra han firmado. Esto no es Estados Unidos primero; una vez más, es Estados Unidos aislados», escribió Kerry junto al entonces secretario de Defensa, Chuck Hagel.

El comisario europeo de Acción Climática, Miguel Arias Cañete, por su parte, lamentó la salida del país norteamericano pero trató de mostrar esperanzas de cara al futuro y llamó a redoblar los esfuerzos. “El Acuerdo de París tiene bases sólidas y ha llegado para quedarse. La UE, con nuestros socios, está lista para fortalecer la cooperación con todas las partes para implementarla. Continuaremos trabajando con partes interesadas y entidades en los EE.UU. que siguen comprometidas con la acción climática ambiciosa”.

En esa misma línea, declaró la portavoz jefe de la Comisión Europea, Mina Andreeva, en rueda de prensa. “Lamentamos la notificación de los Estados Unidos para salir del Acuerdo de París. Trabajamos codo con codo con nuestros amigos estadounidenses en 2015 para construir el pacto”. La funcionaria recordó que hay 194 Estados que sí permanecen en el pacto y señaló que “incluso sin uno de los mayores emisores de CO2, el mundo seguirá utilizando el Acuerdo de París para emprender acciones que reduzcan las emisiones que tienen un efecto negativo en el planeta”.    

La salida de Estados Unidos del Acuerdo de París no es irrevocable, de todas formas. Esto significa que ante un posible cambio de autoridades en las próximas elecciones y la asunción de un nuevo presidente podría, después de asumir el mandato en enero de 2021, hacer que el país regrese al pacto climático en un proceso simple que tarda unos treinta días, tras la presentación de la solicitud formal.

Un modelo anti–ambientalista

Desde que tomó el poder de la Casa Blanca, la administración de Trump estuvo marcada por la reactivación de las industrias de combustibles fósiles y el descrédito sobre el fenómeno climático, al que el presidente estadounidense ha definido como un “cuento chino”.  Producto de esta política, las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2), el principal gas causante del calentamiento global, de Estados Unidos alcanzaron en 2018 su mayor cifra en ocho años, con un crecimiento cercano al 3,4 por ciento.

El modelo trumpista ha supuesto un retroceso en las gestiones medioambientales impulsadas por el gobierno anterior de Barack Obama. En los últimos tres años, se dio marcha atrás en decenas de órdenes y programas verdes. Entre ellos, se eliminaron las protecciones ante las perforaciones offshore (es decir, de parte de las aguas continentales para extraer petróleo), se produjo la supresión de los controles de emisiones de metano en pozos de petróleo y gas, pasando por la rebaja de la protección de especies amenazadas.

En ese paquete de medidas, por otra parte, también ha ingresado la reducción de los espacios naturales protegidos y el deseo de Trump rebajar los estándares de emisiones de gases contaminantes que deberán cumplir los coches en el periodo 2022 – 2025, lo que derivó en una denuncia presentada por diversos estados contra el Ejecutivo Federal y, sobre todo, en una batalla política contra California, estado que se ha mantenido reacio a flexibilización de los estándares ambientales y que lidera a sus pares disidentes. 

Estados Unidos y China son los dos principales países emisores de CO2. El primero de ellos en emisiones per cápita y el segundo en términos absolutos. Entre ambos, suman el 40% de las emisiones de carbono de todo el mundo, de acuerdo a los datos entregados por la Comisión Europea y la Agencia Holandesa del Medio Ambiente. 

A principios de 2019, además, la gestión gubernamental de los Estados Unidos en materia ambiental ahondó su rumbo catastrófico luego de que Andrew Wheeler fuese ratificado como jefe de la Agencia de Protección del Medio Ambiente (EPA, en sus siglas en inglés). Reconocido por ser un lobbista de la industria del combustible fósil, su nombramiento se aprobó durante la última semana de febrero por el Senado, tras haber ocupado el puesto de forma interina durante un año y medio. Llegó en reemplazo de Scott Pruitt, otro negacionista del cambio climático, que dio un paso al costado acorralado por varias investigaciones relacionadas con el desvío de fondos públicos y acusaciones de favores personales.

Fuente: 

– Foro Ambiental

– EFE