Los bebes tienden a nacer con problemas de salud por la contaminación del aire
De acuerdo al último informe de Unicef, alrededor de 17 millones de bebés menores de un año viven en zonas donde la contaminación atmosférica excede al menos seis veces los límites internacionales. Esta situación no solo les expone a respirar aire contaminado, sino que también pone en peligro su desarrollo cerebral y cardiorespiratorio.
«Los contaminantes no solo dañan los pulmones en desarrollo de los bebés, pueden dañar permanentemente sus cerebros en desarrollo y, por lo tanto, su futuro», explica el director ejecutivo de la organización, Anthony Lake.
En el caso puntual de México la situación es alarmante. Otro estudio reciente impulsado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) afirma que los bebés reciben el impacto de la contaminación ambiental desde antes de nacer. Esto se debe a que el vientre materno y la placenta no pueden protegerlos de la exposición al material particulado de 2.5 micrómetros, partículas contaminantes más conocidas como PM2.5.
Los resultados reflejan la presencia de moléculas (aductos y micronúcleos) en la sangre del cordón umbilical que han sido relacionadas con el desarrollo de mutaciones celulares y, potencialmente, cáncer. «Esto implica un riesgo a la salud que es importante vigilar a largo plazo, pues pueden ver afectado su desarrollo pulmonar o sufrir otras enfermedades», alertó Eugenia Gonsebatt Bonaparte, del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm).
De acuerdo a la científica, que lideró la investigación, el incremento de esos biomarcadores –indicadores de daño– con el aumento de partículas contaminantes, lo que genera preocupación debido a los altos índices de contaminación en México. De acuerdo con un reporte de World Air Quality Index, el país centroamericano es uno de los más contaminados del mundo junto a India, Bangladesh y Pákistan.
Debido a su tamaño, las PM2.5 entran al torrente sanguíneo y distribuyen por todo el cuerpo los elementos que las conforman. Algunos de estos compuestos se unen al ADN y generan aductos, que inducen alteraciones asociadas a enfermedades respiratorias y mutaciones celulares, potencialmente carcinógenas, según explicó la experta en genética y medio ambiente. «Documentamos lo que está pasando en esta urbe para alertar a las autoridades», enfatizó Gonsebatt.
Descubrir el aumento de aductos y micronúcleos en la población, y comprobar su asociación con las partículas contaminantes, sugiere que los recién nacidos expuestos tienen mayor riesgo de padecer problemas de salud a futuro, que aquellos que no lo están, abundó la científica del Programa de Salud y Ambiente, integrado por investigadores del IIBm para analizar el impacto que tienen en la salud los agentes tóxicos ambientales.
¿Cómo fue el estudio?
Se recolectaron muestras de sangre entre 2014 y 2015 del cordón umbilical de 200 recién nacidos y sus madres, en el norte de la Ciudad de México y la alcaldía de Iztapalapa. Por entonces, los niveles más altos de PM2.5 eran de 20 a 30 microgramos por metro cúbico. Sin embargo, en la pasada contingencia ambiental los niveles alcanzaron 160 microgramos por metro cúbico, lo que agrava mucho más el panorama.
Los resultados del estudio universitario fueron publicados a finales de 2018 en la revista Environmental and Molecular Mutagenesis. Los científicos de la UNAM ahora iniciaron una colaboración con la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla para una investigación similar, pero en una entidad donde los niveles de PM2.5 son menores, lo que permitirá hacer un comparativo.
El estudio, que se llevó a cabo en colaboración con médicos y pacientes del Seguro Social y del Centro de Investigación Materno Infantil (CIMIGEN) y con la investigadora Patricia Ostrosky (del IIBm), también destacó que los niveles altos de PM 2.5 producen irritación en los ojos, en la nariz y en la garganta, al igual que tos, opresión en el pecho y dificultad para respirar.
En personas adultas, la exposición a estas partículas también genera graves problemas cardíacos y pulmonares, llegando incluso a los ataques al corazón y muerte prematura, mientras que en los niños se relaciona con asma y enfermedades crónicas. A raíz de su fácil propagación y los daños a la salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda desde el año 2008 utilizar como indicador de concentración de partículas las PM2.5 en las ciudades, así se estipula en su «Guía de calidad del aire».
Fuentes:
– Unicef
– Foro Ambiental
– Boletín UNAM