Comenzó la COP-25, una cumbre marcada por la falta de tiempo y la necesidad de respuestas urgentes
En un contexto donde el colapso ambiental es cada vez más cercano, los Estados tienen el deber de dejar atrás las promesas para dar pasar a la acción concreta y profunda. Europa surge como el nuevo líder de la transición.
Los llamados a actuar de manera urgente y decidida para salvar a la humanidad enfrentada al desarreglo climático se multiplicaron este lunes en la apertura de la XXV Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP-25) en Madrid, ante temores de que la cita pueda quedarse corta frente a las expectativas. Informes de científicos alarmantes, desobediencia civil y manifestaciones de millones de jóvenes. Desde hace un año, los países firmantes del Acuerdo de París son blanco de una presión sin precedentes que resume la consigna para estas dos semanas de reunión: actuar ya.
La apertura estuvo a cargo del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, que volvió a cargar duro contra los líderes mundiales y la necesidad de abandonar el rol pasivo con sus compromisos que hasta ahora han tenido, como lo hizo a mitades de año durante la Cumbre de Acción Climática en Nueva York. “¿Realmente queremos pasar a la historia como la generación que hizo como el avestruz, que holgazaneaba mientras el mundo ardía?”, marcó ante la representantes de los casi 200 países firmantes del pacto climático, entre ellos unos cuarenta jefes de Estado o Gobierno, entre ellos el mandatario argentino Mauricio Macri.
La ONU exige terminar con las plantas de carbón a partir de 2020 y alcanzar el fin de las emisiones de efecto invernadero en 2050.
En su último informe, el equipo de investigadores del Programa para el Medio Ambiente (PNUMA) llamó a quintuplicar la ambición del Acuerdo de París. Este pedido responde a que, a medida que pasa el tiempo y los Estados postergan sus compromisos, la realidad de la crisis climática se agudiza. Hoy, aunque se cumpla con todos los objetivos actuales, las temperaturas superarán ampliamente los 1,5°C respecto a la era preindustrial que los científicos establecieron como límite para evitar fenómenos climáticos extremos e irreversibles en el planeta. Al ritmo actual, la temperatura podría aumentar 4 o 5 ºC para final de siglo.
Hacia una descarbonización inmediata
El eje central de la nueva cumbre del clima está puesto en el fin de la industria de los combustibles fósiles, cuyas emisiones son el gran motor de los gases de efecto invernadero que sobrecalientan el planeta. Guterres ha admitido la “frustración” que supone el ritmo tan lento con el que se avanza en esta lucha. Sobre todo, ha recordado, porque ya “existen las herramientas tecnológicas” para poder transformar la economía mundial. de los gases de efecto invernadero que sobrecalientan el planeta.
Frente a los negacionistas del cambio climático, como Trump o el presidente brasileño Jair Bolsonaro, la ciencia surge como un intachable comprobante del camino hacia la destrucción que afronta el planeta. Sin embargo, no alcanza con solo pronunciarse a favor. Los países que dicen estar convencidos deben asumir que el tiempo se está acabando y que se deben acometer cambios drásticos para afrontar la crisis climática y evitar los peores impactos de un calentamiento que se está acelerando.

El mal desarrollo de la civilización y el cambio climático se han ido retroalimentando mutuamente. La decoloración de los corales de la Gran Barrera, la isla de residuos del tamaño de la Ciudad de Buenos Aires que yacen en el Océano Pacífico, la deforestación impulsada por explotación agrícola y ganadera en la Amazonia, la polución ambiental que reproducen las industrias de los combustibles fósiles, el derretimiento de los glaciares en Groenlandia, el aumento del nivel del mar y las olas de calor que han dejado regiones inhabitables, la caza furtiva en África o la pérdida masiva de especies de flora y fauna (1 de cada 8 están en peligro de extinción) son solo algunos de los casos emblemáticos que han sido objetos de estudio desde hace décadas. Sin embargo, recientemente han logrado colarse en la agenda internacional.
Para el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), “algunos de los impactos devastadores ya son irreversibles”. Pese a que afirma que “el mundo puede ser sanado”, cada vez más miembros de la comunidad científica sostienen que “podría estar fatalmente herido de negligencia en el año 2020”. Parra evitar que el aumento en la temperatura del planeta supere 1,5°C será necesario reducir las emisiones globales de dióxido de carbono en un 45% para 2030, según este grupo internacional de expertos que asesoran a la ONU en asuntos de cambio climático.
“Lo que nos sigue faltando es la voluntad política para ponerle un precio al carbono, para detener los subsidios a los combustibles fósiles, para dejar de construir plantas de carbón y cobrar impuestos por la contaminación”, dijo Guterres, en referencia a que los mayores emisores de CO2 “no cumplen su parte”.
La situación se ha agudizado con el inicio formal de los trámites que Estados Unidos anunció a principios de noviembre pasado para salir del Acuerdo de París, por directivas de su presidente Donald Trump, un escéptico del cambio climático, lo que ha dejado en vilo al pacto internacional. Su partida demorará un año, esto significa que el país se desvinculará formalmente el 4 de noviembre de 2020.
Hoesung Lee, presidente del IPCC, ha recalcado que “estamos en una situación de crisis real”, al repasar los tres informes especiales que en el último año ha presentado. “Los impactos son mucho más graves de lo que pensábamos. Necesitamos un cambio urgente”, definió.
En la actualidad, Estados Unidos y China son los dos principales países emisores de CO2. El primero de ellos en emisiones per cápita y el segundo en términos absolutos. Entre ambos, suman el 40% de las emisiones de carbono de todo el mundo, de acuerdo a los datos entregados por la Comisión Europea y la Agencia Holandesa del Medio Ambiente. China lidera el mercado de las energías renovables, por ejemplo, pero lejos está de contrarrestar su contaminación. “Algunos países como China y Japón dan señales de su reticencia a aumentar su ambición”, aseguró Laurence Tubiana, arquitecta del Acuerdo de París.
En esa línea, Guterres exige eliminar los subsidios multimillonarios que los gobiernos dan a los combustibles fósiles, poner un precio a las emisiones de dióxido de carbono, que no se construyan más plantas de carbón a partir de 2020 y que los países se comprometan a alcanzar la neutralidad climática en 2050. Ese último punto supone que para mediados de siglo se necesita que los gases emitidos sean los mismos que los absorbidos por la naturaleza (a través, por ejemplo, de los bosques).
Europa busca tomar la posta
En este contexto, los ojos se giran hacia la Unión Europea, que cuenta con amplia representación en la conferencia y pretende levantar la bandera contra el calentamiento global. “En un tiempo marcado por el silencio de algunos, Europa tiene mucho que decir en esta batalla”, dijo el presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez. “Porque así lo demandan nuestras sociedades. Pero también por una cuestión de elemental justicia histórica: si fue Europa quien lideró la revolución industrial y el capitalismo fósil, ha de ser Europa quien lidere la descarbonización”, remarcó.
El pasado 28 de noviembre, el Parlamento Europeo adoptó una resolución para declarar la emergencia climática y medioambiental no solo en la Unión Europea, sino también en el resto del mundo, tras las alertas de científicos y administraciones locales. Tras 429 votos a favor, 225 en contra y 19 abstenciones, esta iniciativa insta a la Comisión Europea, a los Estados miembros y a todos los agentes mundiales que adopten de carácter urgente medidas concretas para combatir la crisis climática y la pérdida de diversidad biológica, involucrándolas en todas las propuestas legislativas y presupuestarias.

Por regla general, la Comisión Europea tiene el monopolio de la iniciativa de las decisiones comunitarias. El 1 de diciembre asumió la presidencia de ésta, la alemana Ursula von der Leyen, quien el 11 de diciembre presentará el Pacto Verde Europeo en la Eurocámara, cuya prioridad es la lucha contra la crisis climática. ¿El objetivo más ambicioso? Que los 28 Estados miembros de la UE confluyan en la meta del fin de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2050 y, como punto intermedio, reducir 55% para 2030. Para marzo del 2020, anunció que propondrá “la primera ley europea sobre el clima” para hacer “irreversible la transición a la neutralidad climática”
En la actualidad, a nivel mundial, solo 68 países se han comprometido a revisar al alza sus compromisos de reducción de emisiones de CO2 en 2020, antes de la COP-26 en Glasglow. Estos representan nada más que el 8% de las emisiones mundiales, según los expertos. En cambio, según la ONU, las naciones del G-20 acumulan el 78% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero, de las cuales simplemente cinco miembros asumieron el compromiso de cero emisiones para 2050. Se destacan Francia, Alemania, Italia y España.
Fuentes:
– Foro Ambiental
– BBC
– EFE
– Perfil