“Biofortificación”, la estrategia de Monsanto para que sus alimentos transgénicos parezcan ecológicos
Durante la última cumbre del Codex en Europa, la multinacional pretendió incluir sus productos modificados genéticamente bajo el término “bio” con el fin de que resulten “más atractivos” para los consumidores.
A diferencia de lo que ocurre en Argentina, los transgénicos en Europa cuentan con una política ampliamente restrictiva. Además de España, que en su territorio concentra el 95% de los cultivos genéticamente modificados, los únicos países del viejo continente con transgénicos son Portugal (7.069 hectáreas en 2016), Eslovaquia (138 hectáreas) y la República Checa (75). Rumanía, Polonia y Alemania, que en años anteriores tenían pequeñas extensiones destinadas al cultivo de OGM, decidieron recientemente dejar de producirlos.
Pese a este posicionamiento, en la reciente reunión del Codex Alimentarius, celebrada en la ciudad de Berlín en diciembre pasado, Monsanto intentó que sus desarrollos transgénicos fueran incluidos dentro de la categoría de “biofortificados”; una estrategia comercial para que sus productos sean asociados con “el mercado ecológico”.
“La denominación de estos transgénicos pretende confundir a los consumidores. Monsanto busca usar la palabra ‘bio’ para sacar provecho”, argumentó Scott Tips, presidente de la de la National Health Federation (NHF).
El intento, sin embargo, se vio frustrado gracias a diversas intervenciones, en particular de la propia NHF, una organización no gubernamental con una destacada trayectoria en el impulso de la soberanía sanitaria y la única ONG pública representada en el Codex.
Pero el asunto va mucho más allá de una estrategia de márketing. Lo que está en juego es la propia definición de biofortificación. Esta definición –según el Codex Alimentarius– se basa en la mejora de la calidad nutricional de los cultivos alimentarios mediante el fitomejoramiento convencional (no mediante ingeniería genética) con el objetivo de que los nutrientes estén biodisponibles después de la digestión.
La discusión no termina
Cada año, el Comité del Codex sobre Nutrición y Alimentos para Regímenes Especiales (CCNFSDU) de la Comisión del Codex Alimentarius se reúne con el objetivo de redactar disposiciones sobre aspectos nutricionales para todos los alimentos. También, con el fin de elaborar directrices y normas internacionales para alimentos destinados a usos dietéticos especiales que se comercializan en todo el mundo.
En base a las cumbres anteriores, en Berlín, la intención inicial del Comité era elaborar una definición de biofortificación que pudiera utilizarse de forma uniforme en todo el mundo. En principio, la llamada “biofortificación” se refería al aumento de ciertos contenidos vitamínicos y minerales de los cultivos alimentarios básicos mediante el cruzamiento y no mediante ingeniería genética, que desarrolla, por ejemplo, el aumento del contenido vitamínico o de hierro de las batatas.
Sin embargo, según Scott Tips, Monsanto mantendrá su posición de modificar la redacción para incluir los alimentos biofortificados transgénicos ya que, como suele suceder, habría recurrido a su enorme capacidad de hacer lobby para presionar y convencer a algunos de los delegados del Codex.
“Estoy seguro de que a Monsanto le encantaría poder comercializar sus productos sintéticos bajo un nombre que comenzase con la palabra bio”, sostuvo Tips.
Aunque la discusión sobre la “biofortificación” ganó gran protagonismo durante la última cumbre en Berlín, el tema ya había sido instalado en ediciones anteriores. En la reunión de 2016 del CCNFSDU, la presidenta Pia Noble –casada con un ex ejecutivo de Bayer– opinó que la definición debería ser lo más amplia posible y que debería incluirse la tecnología recombinante.
A lo largo de los años, los delegados de varios comités del Codex tienden a ser burócratas de las Agencias de Regulación y a comportarse como representantes de las grandes corporaciones, principalmente de un gigante de la agricultura como Monsanto.
En la reunión del Codex en Berlín, ante los 300 delegados presentes, el mismo Tips reconoció que la NHF “en un principio fue partidaria de la biofortificación, hasta que comprobamos que atrae connotaciones negativas”
La inclusión de la “biofortificación” responde también a que, en la actualidad, la mayoría de los consumidores quieren que los alimentos transgénicos estén etiquetados. Sólo en los Estados Unidos, alrededor del 90% de los consumidores desean ese etiquetado. Sin embargo, multinacionales como Monsanto pretenden disfrazar el contenido de sus productos con “nombres amigables y pseudos ecologistas”.
“Eso es deshonesto. Es vergonzoso, y para todos aquellos que sinceramente se preocupan por la credibilidad y transparencia del Codex, ustedes deberían oponerse absoluta y rotundamente a esta definición “, concluyó Tips.
Fuente: Foro Ambiental